Decía Elton John que sus extravagantes trajes y combinaciones rimbombantes formaban una aparente identidad que escondía detrás a Reginald Kenneth Dwight, un tímido británico que se subió por primera vez al escenario con apenas 17 años y comenzó una andadura profesional que no sólo lo convertiría en un icono musical de los 70 sino que también, en una de las grandes inspiraciones de moda de todos los tiempos.
Probablemente algo parecido le pasó a la princesa Diana, cuando en 1981 contrajo matrimonio con el príncipe Carlos. Su vida cambiaría por completo y el esfuerzo por ser princesa delante de los focos mediáticos y cumplir todas las obligaciones públicas que la realeza demanda construyó también una simulada identidad que nada tenía que ver con la que se podía conocer en la intimidad.
Fue justo en ese mismo año también cuando el destino unió a Elton John y a la Princesa en un mismo evento. En el 21 cumpleaños del príncipe Andrew en el castillo de Windsor, el cantante fue contratado para actuar junto al percusionista Ray Cooper. Allí estuvo con la Reina, bailó al ritmo de Elvis Presley con la princesa Anne y conoció Diana.
Elton contó esta mañana en exclusiva para el Daily Mail en un texto escrito por él mismo cómo fue el encuentro. Sus emotivas palabras relatan la figura de Diana como un ejemplo de elegante indiscreción y evidente facilidad social. Esa noche bailaron juntos charlestón y entre confesiones, el británico se sorprendió de la maravillosa naturalidad y el desinterés por mantener la formalidad de la Princesa.
En su carta, afirma entender de dónde viene el carácter de su hijo, el príncipe Harry y alaba la vocacional voluntad solidaria de Diana, que cautivaba a todo hombre que se encontrara cerca de su presencia. Incluso relata un episodio de una cena con el jefe de Disney, Jeffrey Katzenberg, que reunía a la princesa con actores como Sylvester Stallone o Richard Gere y en la que, según el cantante, en un momento de descanso con el príncipe Carlos, ella mantuvo un acercamiento con el último de estos dos actores.
Dos iconos, varios encuentros y una memoria que permanece inmóvil en la historia. Hay personalidades que nunca se van a borrar del recuerdo. Menos mal que nos quedan testimonios como el del cantante e instantáneas que seguirán saliendo a la luz, recordándonos una vez más que una imagen esconde en su interior cientos de secretos (y puede ser que nunca lleguemos a conocerlos todos).
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