El culebrón entre las mujeres de dos futbolistas que mantiene en vilo a Reino Unido

Cada poco tiempo, The Sun, el tabloide británico por excelencia, publicaba el contenido de las stories privadas de Instagram de Coleen Rooney, la mujer del futbolista Wayne Rooney. Algo que indicaba que alguien en su círculo de confianza -en la lista de "mejores amigos"- estaba traficando con su vida íntima. En el Reino Unido, después de todo, la vida privada de las WAG –wife and girlfriends, "mujeres y novias de", etiqueta rancia- cotiza alto en la prensa del corazón de una sociedad sin folclóricas ni toreros.

De entre ellas, y con permiso de la reina Victoria (Beckham), que juega en otra liga, una de las más populares es Coleen Rooney, la esposa desde hace más de 10 años del otro hérone nacional del fútbol, Wayne Rooney. Coleen y Wayne forman un matrimonio con cuatro hijos en común, a veces bien avenido, y a veces con su buena ración de escándalos -todos con un nombre, Wayne, y un hábito: sus infidelidades-. Se conocieron cuando eran adolescentes, fueron novios eternos y Coleen McLoughlin -su apellido de soltera- se hizo un nombre a medio camino entre celebridad televisiva, modelo y empresaria del fitness. No hay nadie en el Reino Unido al que no le suenen los rasgos irlandeses de Coleen, que desde hace un tiempo vive en Washington: Wayne, como David Beckham, juega en la liga estadounidense.

Pero la última pesadilla que estaba viviendo no tenía que ver con las indiscreciones de su marido, sino con la filtración constante de sus stories privadas de Instagram -ésas que sólo compartes con tus personas íntimas y cercanas- a los tabloides. Rooney lo intentó todo, hasta contratar a un detective. Pero finalmente, fue una ingeniosa trampa la que -aparentemente- ha descubierto a la culpable: Rebekah Vardy.

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Vardy es menos conocida: está casada con James Vardy, jugador del Leicester City inglés, y también se ha paseado lo suyo por los tabloides y programas de celebrities. Es famosa en Gran Bretaña, pero no pertenece a la superélite. A Vardy y a Rooney (ellas) no se les conoce una especial amistad. La justa para estar unidas por su condición de esposas de futbolistas famosos, coincidir en algún Mundial y tenerse en Instagram.

La trampa estuvo muy bien pensada: tras ir eliminando e investigando, Coleen Rooney, tenía la sospecha de que Vardy era la chivata. Así que alteró su Instagram para que sólo la sospechosa tuviese acceso a un puñado de stories falsas. Rooney fabuló su vida y esperó a ver si esas historias absolutamente inventadas aparecían en The Sun, como llevaba pasando "años". La respuesta es sí: el tabloide ha estado publicando noticias inventadas sobre los Rooney. Pero para Coleen, esas últimas noticias confirmaron su sospecha: se trataba de Vardy. En un extenso tuit, Rooney explicó toda la trama para, a lo Señora Marple, terminar señalanado a la culpable en la última línea: Rebekah Vardy.

Vardy se ha defendido como ha podido: con una variante del "me han hackeado", en respuesta via twitter también: "Varias personas han tenido acceso a mi cuenta de Instagram"; "Si me hubieras dicho que esto estaba pasando, podría haber cambiado mis contraseñas y ver si [las filtraciones] paraban".

Es decir, según su respuesta vive alegremente hackeada y sólo esta semana se ha dado cuenta de que algo no va bien en su Insta. La opinión pública se ha puesto en masa del lado de Coleen, The Sun ha hecho como si ellos nunca hubieran publicado una historia falsa, y otras mujeres de futbolistas -o exmujeres, en el caso de Danielle Lloyd, la ex de un jugador llamado Jamie O’Hara, que ha dicho esta mañana en el circuito televisivo que Rebekah Vardy miente y es malvada– han empezado a posicionarse públicamente de uno u otro lado. Los tabloides han tardado minutos en llamar al evento Wag Wars: las guerras WAG.

Quedan 21 días para el plan de Boris Johnson de sacar al Reino Unido de Europa.

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