El PP encara la repetición de elecciones en modo socrático, haciéndose preguntas y respondiéndoselas. La semana pasada difundieron el mensaje “¿Izquierda o derecha? España” y colgaron en su sede una lona que decía: “¿Ellos o nosotros? Todos”. El lunes, en la presentación de la campaña, Teodoro García Egea, que la dirige, regaló a los periodistas que asistieron una taza con un mensaje un poco más neutral. “¿Solo o con leche? Café”. Después él mismo posó con una que decía: “¿Estudias o trabajas? Madrugo”.
No es la primera vez que el PP apela a “la España que madruga”. Pablo Casado es especialmente amante de esa conjunción. La utilizó en 2015 en la conferencia política del partido, cuando aun estaba muy lejos de convertirse en líder del PP. Entonces, presentó las conclusiones de aquel encuentro diciendo que la del PP es “la España de los comerciantes que madrugan para abrir sus negocios cada mañana, y quieren pagar menos impuestos. La España de las familias que madrugan para sacar a sus hijos adelante, y esperan que sus ahorros estén seguros en la Europa del euro. La España de los desempleados que madrugan para buscar un trabajo, y que esperan que la recuperación les brinde una oportunidad".
Más tarde, en 2018, se estrenó como presidente de su partido es el de “La España que madruga” y volvía a reciclar a todas esas figuras que se ponen el despertador a las 6.30 horas y el mismo imaginario mañanero. Esta vez eran los autónomos los que “levantan la persiana y añadía a los jóvenes, que madrugan para ir a clase, y las mujeres, así en general, que “madrugan y no quieren más que un país con igualdad de oportunidades en las que el género no sea ni un requisito ni un plus, ni un mérito, ni un hándicap”.
La gente normal
El ideario está en consonancia con muchas declaraciones de Mariano Rajoy, a quien le gustaba hablar de la “gente normal” y hasta de los “seres humanos normales”. Pero si el PP quiere apropiarse políticamente de los madrugadores, tendrá que disputárselos con Vox, que lleva desde 2017 usando el mismo concepto. Lo utilizó Santiago Abascal en un tweet en el que enlazaba con un vídeo de un hombre indignado por un corte de carretera de independentistas en Cataluña. “La España que madruga está hasta los c….”, escribió entonces. Y ha reciclado el eslogan en múltiples ocasiones, como cuando inauguró la pasada campaña llevando a los periodistas en autobús a un taller de restauración de muebles, donde trabaja, según explicó Iván Espinosa de los Monteros, la famosa España de la legaña.
La situación replica con precisión lo que ya ocurrió en Francia, donde el partido de Sarkozy y también el de Marine le Pen ya lucharon por apropiarse de ese concepto. En su caso, además, lo utilizaron de manera muy literal. En 2008, el entonces presidente y su esposa, Carla Bruni se levantaron al alba una mañana de mayo para visitar en un mercado de abastos de París “a la Francia que madruga”. Cuatro años más tarde, la líder del Frente Nacional hizo de ese lema un eje central de su campaña y también quiso ponerlo en escena. Para solidarizarse con la France qui se lève tot convocaba a la prensa a lugares donde la jornada laboral comienza a las cinco de la mañana.
Contra los bohemios
Según Ana Bernal Triviño, investigadora y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya y autora de Hacia una comunicación feminista, se trata de una práctica “populista, que intenta crear un conjunto social apolítico. Ese mensaje de levantarse temprano viene de una esfera política que trata de atraerse a votantes de clase trabajadora a su esfera incluso alentándolos a votar contra sus intereses. Se queda en la superficie e intenta eliminar el contexto social y económico que marca la vida de las personas”.
Obviamente, no es lo mismo ponerse el despertador para coger un avión a Suiza en clase business que para ir al INEM a cobrar el paro, pero se trata de poner ambas realidades en un mismo plano, el de la gente de orden frente a los bohemios, los vagos y los desorientados –y, presumiblemente, la gente que trabaja en turnos de noche–.
Por otro lado, Bernal Triviño se pregunta “quién es la gente normal”. “Lacan decía que cuando a él le hablaban de gente normal, no sabía a quién se referían, porque todos los que él veía en su diván eran diferentes”. El populismo es un arma política, pero no solo los políticos lo utilizan en sus discursos. Cuando Pep Guardiola recibió la medalla de oro del Parlament en 2011, siendo aun entrenador del Barça y en presencia de todos los poderes fácticos de Cataluña, pronunció un discurso que terminó así: “Si nos levantamos bien pronto, pero bien pronto, bien pronto, bien pronto, y no hay reproches y no hay excusas, somos un país imparable”.
El fragmento está colgado en YouTube, se estampó rápidamente en pósteres y camisetas, ycon el tiempo adquirió capital simbólico entre algunas facciones del independentismo. El escritor Màrius Serra lo aplaudió como recurso retórico en una columna de La Vanguardia: “Guardiola sabe que madrugar es una actividad que relacionamos con el verbo currar, sabe que en otras ciudades que no son Barcelona, cuando la gente queda a primera hora nunca es antes de las diez, sabe que el Homo Sapiens Catalanibus asocia el trabajo con un despertador”.
De inspiración calvinista
La idea de sacrificio de onda calvinista inherente a la acción de despegarse las sábanas cuando aun no ha salido el sol siempre está presente cuando se quiere hablar de “gente de bien”. El hecho de no remolonear nunca ha dejado de tener un valor moral, en distintos discursos desde la Biblia, que está llena de referencias a los madrugadores. (“Y el Señor le dijo a Moisés: levántate muy de mañana…”). Por eso el concepto está presente en los refraneros populares de culturas muy dispares: "A quien madruga, Dios le ayuda”, por ejemplo.
Benjamin Franklin, en un alarde poco original dejó dicho que “dormir temprano y levantarse temprano hacen a un hombre sano, rico y sabio”.En las vidas de santos modernas –los perfiles de personajes célebres– a menudo se resalta lo mucho que madrugan. Se dice que Michelle Obama se pone el despertador a las 4.30 para hacer deporte, algo parecido haceTim Cook o Howard Schultz, fundador de Starbucks metido a político. También Anna Wintour, que juega al tenis a las cinco de la mañana. Por supuesto, levantarse al alba es también una life hack incluida en las recomendaciones de todos los emprendedores de Silicon Valley que han hecho de la filosofía estoica su guía vital. Pero no es a ellos a quienes apela Teodoro García Egea con su taza.
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