Las subastas de prendas de ropa que han pertenecido a estrellas del cine o de la música son muy lucrativas. Así lo demuestran los 300.000 dólares que se pagaron hace unos días por el cárdigan verde que Kurt Cobain llevó en 1993 para su mítico unplugged de MTV. La puja más alta que jamás se ha hecho por una chaqueta de lana en toda la historia.
Y aunque está en mejores condiciones, se espera que sean unos cuantos miles de dólares menos los que pague el afortunado o afortunada que se lleve mañana a casa el impresionante traje de Valentino que Lady Gaga lució en la última gala de los Globos de oro, el mismo con el que recogió el premio a la Mejor canción original gracias a Shallow, tema principal de Ha nacido una estrella.
Claro que en este caso lo verdaderamente interesante de esta prenda de alta costura es la rocambolesca historia de cómo ha acabado en una casa de subastas de Los Ángeles sin que Lady Gaga ni Valentino hayan dado su permiso. Es más, hasta el último minuto no se sabrá si finalmente su actual propietaria podrá venderla.
Hablamos de Sara Corea, una limpiadora de 24 años que trabaja en el Beverly Hilton Hotel que, recogiendo la habitación que Gaga usó aquella noche de enero, se encontró dentro el vestido olvidado.
Como viene siendo habitual en estos casos, la trabajadora llevó esta prenda diseñada específicamente para Gaga a objetos perdidos, donde después de pasar nueve meses sin que nadie la reclamara, finalmente pasó a su propiedad. Y consciente del valor que tiene el traje, Sara no ha dudado en llevarlo a subasta.
El problema es que al enterarse de esto, tanto el hotel como el equipo de Gaga están haciendo todo lo posible para que la prenda vuelva a su dueña original; algo a lo que la casa de subastas se niega ya que aseguran que si está en su poder ha sido de manera legítima.
De hecho, tienen el recibo del departamento de objetos perdidos del Hilton Hotel con el que la limpiadora recuperó el traje, que saldrá a la venta por un valor inicial de 8.000 dólares. Una cifra que seguramente crecerá de manera exponencial dado que la pieza tiene una historia de lo más particular detrás.
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