Anoche el palacio real de Estocolmo fue escenario de la Cena de Representación, una tradición típica de la casa sueca. Y como Familia Real que son, todos sus miembros se vistieron para la ocasión como merece, es decir, con sus mejores galas. La reina Silvia, la princesa Victoria y la princesa Sofía compitieron en elegancia y desempolvaron sus tiaras más icónicas. Las tres eligieron colores y estilos muy diferentes aunque igual de sofisticados y certeros.
La reina Silvia apostó por el granate para su vestido de organza y encaje. La parte superior del diseño estaba confeccionado en un delicado encaje con pedrería mientras que la falda cambiaba de textura. La reina Silvia se colocó un chal por encima de tul bordado en el mismo tono y remataba el conjunto con una cartera de mano rígida en dorado.
Como joyas eligió un conjunto de diamantes. Por un lado, la tiara de diamantes Connaught, que lleva en la Familia Real sueca desde 1905. Fue el regalo de boda que recibió la princesa Margaret de sus padres, los duques de Connaught y Strathearn. Y por otro, unos espectaculares pendientes en forma de lágrima y un collar de diamantes.
La princesa Victoria eligió un discreto color champán para un vestido de escote barco muy sutil, en manga larga, con abertura frontal y cola. Un diseño salpicado de detalles en dorado lo que le hacía brillar pero sin caer en el exceso.
Completó el look con la impresionante tiara de los seis botones, compuesta por seis flores de diamantes sobre una doble diadema. Para rematar ha llevado unos pendientes de brillantes con perla y un broche de diamantes con forma de flor.
La princesa Sofía ha elegido un vestido más festivo pero quizá menos formal. En color verde botella, el diseño llevaba un original estampado de leopardo en terciopelo y un pronunciado escote en uve. A diferencia del de su cuñada no llevaba cola ni era lo suficientemente largo como para ocultar sus zapatos, unos salones en verde. El clutch de cristales hacía el juego perfecto con las joyas elegidas.
La tiara que le regalaron el día de su boda, rematada esta vez con las esmeraldas, combinada con los pendientes largos de brillantes y esmeralda.
La más atrevida ha sido la princesa Cristina con un original diseño morado bordado en pedrería dorada y con un pronunciado escote barco que dejaba a la vista casi por completo sus hombros. Un juego de joyas de brillantes y un bolso de mano en plata completaban su estilismo.
Un auténtico despliegue de elegancia es lo que vimos anoche en el palacio de Estocolmo.
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